Un pequeño empujón

Nudge (algo así como “pequeño empujón”) es un concepto propio de varias ramas de la ciencia que tratan sobre el comportamiento humano, como Ciencia del Comportamiento, Economía Conductual (más conocida como Behavioral Economics), Ciencias Políticas… La teoría que da soporte a los “nudge” propone los refuerzos positivos y las sugestiones indirectas como mecanismos para influir en el comportamiento y la toma de decisiones de las personas.

La teoría se hizo conocida más allá del ámbito académico con la publicación del libro Nudge: Improving Decisions About Health, Wealth, and Happiness, del famoso profesor y ganador del premio Nobel Richard Thaler y el profesor de Harvard Cass Sunstein. A partir de entonces el número de aplicaciones prácticas de esta teoría no ha dejado de aumentar. Hasta el punto de que administraciones de diferentes gobiernos (Reino Unido, Alemania, Japón…) e instituciones internacionales (Banco Mundial, Naciones Unidas, Comisión Europea…) ya disponen de “Unidades Nudge” para asesorar en la implantación de políticas que pretendan influir en el comportamiento de un cierto sector de la población.

Como la teoría se entiende mejor con ejemplos, aquí van algunos:

  • En los países en los que la gente tiene que registrarse para ser donante de órganos sólo lo hace, en términos generales, un 30% de la población. Sin embargo, cuando sucede al contrario, en los países en los que la población está automáticamente registrada como donante de órganos y debe pedir explícitamente la exclusión (como Colombia, Holanda, Gales…) solo entre un 10% y un 15% solicitan la exclusión.
  • Hay una iniciativa en el Reino Unido que pretende mejorar el reciclaje enviando a cada hogar dos cubos para la basura: uno para la basura “normal” y otro para la “reciclable”. El destinado para la basura “normal” es un poco más pequeño, de manera que se llenará antes. Se espera la gente recicle más al quedar más espacio disponible en el cubo para el reciclaje.
  • En 2009, las autoridades del aeropuerto de Amsterdam colocaron pegatinas simulando una diana en los urinarios masculinos. Las salpicaduras se redujeron en un 80%, con el ahorro en la limpieza que ello conlleva.

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